En la bibliografía se ha constatado que las dietas más saludables cuestan más que las menos saludables. En una revisión reciente de la bibliografía se señala que la modelación económica de los patrones alimentarios indica que los productos lácteos representan una opción asequible, rica en nutrientes y aceptable, desde el punto de vista cultural, para la alimentación cotidiana.
La búsqueda bibliográfica sistemática en bases científicas de datos fue ejecutada en 2015 por Nicole Darmon (INRA, Universidad de Aix-Marseille) y Adam Drewnowski (Universidad de Washington). Este análisis desveló que los alimentos de menor valor nutricional y las dietas de peor calidad, compuestas por harinas refinadas, azúcares añadidos o grasas, solían costar menos (por caloría) y eran seleccionadas, habitualmente , por grupos con una clase socioeconómica más baja. En este sentido, los datos de diversos países resultaron unánimes. Existía una serie de alimentos con una alta densidad de nutrientes y un coste bajo, pero no siempre agradables al paladar o culturalmente aceptables para los consumidores con una renta baja.
El coste de la dieta por grupos de alimentos
La base de datos francesa INCA2 sobre la composición de nutrientes de los alimentos y los precios de los alimentos de 2007 ponen de manifiesto que el grupo de frutas y vegetales y el grupo de carnes/huevos/pescados son los más costosos. La mediana del coste de las frutas y vegetales es de 0,82 €/100 kcal, y la de las carnes/huevos/pescados, de 0,64 €/100 kcal. Las grasas y los dulces solo cuestan 0,22 €/100 kcal y los almidones refinados y las grasas añadidas proporcionan energía con el mínimo coste (0,14 €/100 kcal y 0,06 €/100 kcal, respectivamente). Curiosamente, los productos lácteos (yogur, leche y quesos) tienen un coste energético intermedio (0,32 €/100 kcal).
¿Cuáles son los alimentos asequibles, aceptables y ricos en nutrientes?
Para seguir una dieta equilibrada con un presupuesto bajo hay que seleccionar alimentos concretos, con una alta densidad de nutrientes y un coste bajo (lo que los expertos llaman la relación calidad nutricional-precio). En general, las legumbres, los frutos secos, los aceites y los cereales integrales son alimentos con una excelente relación entre calidad nutricional y precio. Entre los productos animales, la leche, los huevos, las aves, las carnes orgánicas y las sardinas en lata también constituyen alimentos con una buena relación entre calidad nutricional y precio. En concreto, se considera que el consumo de leche y productos lácteos, como el yogur, tiene una relación de coste más bien neutra: así como las frutas y vegetales aportan un 8 % de las calorías y cuestan un 17 %, la contribución energética de los productos lácteos resultó equivalente al coste: aproximadamente 11 %.
¿Cuál es el presupuesto alimentario mínimo para una dieta nutricionalmente adecuada?
De acuerdo con todos los análisis, el presupuesto alimentario mínimo para una dieta adecuada, desde el punto de vista nutricional, se ha estimado como 3,5 €/día. Sin embargo, esta cantidad impone limitaciones prácticas serias: ningún desperdicio alimentario, ingesta de agua corriente del grifo, conocimientos de cocina y ninguna salida para comer. El modelo de programación lineal no encontró ninguna solución por debajo de este coste. En otras palabras, es imposible tomar una dieta nutritiva por menos de 3,5 €/día, no solo en la práctica sino también en la teoría.
¿De qué manera puede ayudar el modelo?
La modelación de los patrones alimentarios (SAIN-LIM) ayuda a conocer los alimentos y combinaciones de alimentos que resultan asequibles, ricos en nutrientes y aceptables para la cultura particular. En general, las reducciones de precios, destinadas a promover alimentos más saludables, han mejorado el impacto de la educación nutricional y se muestran más eficaces que la educación por sí sola. De todas maneras, la educación en nutrición debería seguir constituyendo un elemento fundamental de la orientación dietética, ya que las opciones alimentarias menos saludables se encuentran también moldeadas por la falta de conocimientos sobre nutrición, las actitudes locales o las normas culturales. Así pues, es esencial que las intervenciones basadas en los precios no se opongan a las normas sociales ni culturales.
Los autores concluyeron que, para combatir la desigualdad social en materia de nutrición y salud, es imprescindible conocer los patrones alimentarios ricos en nutrientes, asequibles y atractivos.
Para saber más, lea el artículo original.