Garantizar la sostenibilidad de la alimentación humana a las futuras generaciones exige alimentos y patrones alimentarios ricos en nutrientes, asequibles, aceptables para las diferentes culturas y respetuosos con los recursos naturales y el ambiente. La leche, el yogur y otros productos lácteos cumplen muchos de estos requisitos.
Cuando se examina la sostenibilidad de los alimentos y patrones alimentarios hay que analizar aspectos como la nutrición, la economía, la sociedad y el ambiente. A veces, se produce un conflicto entre ellos y hay que establecer soluciones intermedias, afirma el autor de este artículo. Así, lo que resulta más saludable para las personas podría no serlo para el ambiente, y viceversa.
Aplicando distintas medidas de sostenibilidad, el autor explica qué alimentos y patrones alimentarios proporcionan más ventajas.
Los productos lácteos son ricos en nutrientes y tienen una densidad energética baja
Los alimentos con densidad energética tienen más calorías que nutrientes, mientras que los alimentos ricos en nutrientes poseen más nutrientes que calorías. La calificación de los nutrientes se mide por su contenido en proteínas, fibras, vitaminas (A, C y E), calcio, hierro, potasio y magnesio. La grasa saturada, los azúcares añadidos y el sodio son nutrientes que requieren limitación. Sin embargo, el estado de la grasa saturada podría cambiar a la luz de estudios recientes, según los cuales los ácidos grasos lácteos saturados no aumentan el riesgo de cardiopatías o ictus.
Los alimentos provenientes de los animales poseen una relación mayor entre proteínas y calorías (densidad proteínica) que los vegetales.
La leche y los productos lácteos, incluido el yogur, aportan relativamente más nutrientes —en particular, proteínas y calcio— que calorías. Los productos lácteos representan una fuente importante de diversos micronutrientes, como calcio, fósforo, magnesio, zinc, yodo, potasio y vitaminas A, D, B2 y B12. La leche desnatada y el yogur desnatado contienen una densidad de nutrientes especialmente alta. El queso es rico en proteínas y calcio, pero su densidad de nutrientes es más baja debido a su contenido en sodio y grasa saturada.
Los productos lácteos son más baratos que la carne y gozan de más aceptación
No es fácil aportar alimentos nutritivos con un coste bajo. Los alimentos ricos en nutrientes (p. ej., carnes, aves, pescado, productos lácteos) suelen ser más caros que los alimentos con densidad energética (p. ej., cereales, dulces, chocolates, grasas y aceites).
La leche y los productos lácteos cuestan menos que la carne, las aves o el pescado. Además de aportar proteínas de gran calidad, la leche y los productos lácteos satisfacen los requerimientos de calcio de manera más barata que cualquier otro grupo alimentario.
Los patrones alimentarios globales están cambiando de las proteínas vegetales a las animales. La tradición, la religión y la cultura influyen en la elección de los alimentos, sobre todo de las fuentes de proteína. La leche y los productos lácteos se prefieren, en algunos países, como fuente de proteínas a la carne.
La industria láctea moderna desea reducir la huella de carbono
La producción, la distribución y el almacenamiento de los alimentos crean emisiones de gases con efecto invernadero. Los alimentos vegetales poseen un menor impacto ambiental que los animales (sobre la base de la unidad de peso) pero, en contrapartida, su densidad de nutrientes es menor.
El impacto ambiental de la industria láctea se debe sopesar frente a la elevada densidad de nutrientes de la leche, el yogur y el queso, en comparación con los alimentos vegetales, concluye el autor.
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