La intolerancia a la lactosa afecta a muy pocas personas, pero la mala digestión de la lactosa se da en el 70-75 % de la población mundial. Son dos cosas diferentes.
La mala digestión de la lactosa se debe a la incapacidad normal de nuestro intestino para convertir la lactosa en glucosa y galactosa, dos azúcares más simples que el cuerpo utiliza como fuente de energía y para varias funciones. Sin embargo, la intolerancia a la lactosa es una mala digestión de la lactosa que termina produciendo uno o varios de los síntomas de malestar intestinal, como hinchazón, diarrea y gases.
La mala digestión de la lactosa aparece después del destete, cuando la actividad de la lactasa empieza a disminuir de forma natural. La mala digestión de la lactosa varía de una población a otra y en función de si se consumen productos lácteos durante la edad adulta. La disminución de la actividad de la lactasa es más frecuente en personas originarias de Asia, África, Sudamérica, Europa meridional y Australia aborigen que en personas descendientes de países de Europa septentrional (Escandinavia, islas británicas y Alemania). La deficiencia de lactasa total congénita, es una enfermedad rara (hay menos de 50 pacientes en el mundo, principalmente en Finlandia). Se trata de un trastorno genético conocido como «alactasia congénita» ó deficiencia de lactasa congénita. La gravedad de los síntomas depende del grado de alactasia y los síntomas pueden ser náuseas, hinchazón y calambres abdominales, vómito, flatulencia, diarrea, deshidratación, heces sueltas, acidosis metabólica, presencia de lactosa en la orina y distensión abdominal. Solo en casos poco frecuentes, como pacientes con alactasia congénita, es necesario seguir una alimentación sin lactosa.
En las personas con mala digestión e intolerancia a la lactosa, evitar el consumo de leche y lácteos puede tener consecuencias para la salud. Se pueden consumir pequeñas cantidades de lactosa sin que aparezcan los síntomas. Tomar yogur, que contiene bacterias vivas que ayudan a digerir la lactosa del yogur, y quesos sin lactosa o bajos en lactosa es una buena alternativa e incluso se anima a consumir estos alimentos (chédar, provolone, mozzarella, Grana Padano, etc.)