Si piensa salvar el planeta fomentando el consumo de vegetales y reduciendo los alimentos de origen animal, reconsidere su decisión. Según este artículo, es posible que cause un mayor daño ambiental.
El motivo es que los alimentos de origen animal, como los productos lácteos, contienen nutrientes difíciles de extraer de los vegetales. De acuerdo con los autores, el problema surge cuando los nutrientes omitidos se compensan con otros para mantener una dieta nutritiva y saludable.
En esta investigación se calculó el impacto ambiental de los alimentos que ingerimos y lo que sucede cuando modificamos la dieta.
Los resultados revelaron que la corriente popular a favor de una dieta con un mayor contenido de vegetales no reduce necesariamente la huella ambiental, sino que incluso puede ensancharla, sostienen los autores.
Algunos cambios de la dieta cotidiana se encuentran, sin embargo, a nuestro alcance y marcarían una diferencia sustancial para proteger el mundo en el que vivimos.
Los alimentos acarrean un costo ambiental inesperado
Cerca de una cuarta parte de las emisiones de carbono provienen de los alimentos. Muchos productos de origen animal, en particular la carne de vacuno, generan más emisiones de carbono que los vegetales. En nuestra dieta sobresale la carne de vacuno por ser la que más suelo cultivado requiere por kg de producto alimentario, declaran los autores.
No obstante, otros alimentos imponen asimismo, debido en muchas ocasiones a su transporte y distribución, una carga ambiental llamativa. Por ejemplo, una banana importada de Sudamérica imprime una huella mayor que una manzana de una huerta local.
«Seguir una dieta sana y sostenible no es tan sencillo como parece». – van Est L et al, 2017.
Para desentrañar este rompecabezas, los autores evaluaron el contenido nutricional y el impacto ambiental de los alimentos, desde la granja hasta el plato; en concreto, analizaron 208 productos consumidos de manera habitual en los Países Bajos, país donde se llevó a cabo la investigación.
Tras tomar la dieta holandesa habitual como punto de partida, los autores aplicaron un modelo matemático para calcular de qué modo afectaría el reemplazo de ciertos elementos de la dieta a su huella de carbono. Con este modelo se calculó la huella de carbono por cada 20 g de variación en un grupo de alimentos, así el uso de suelo de cultivo con una dieta diferente; esta dieta diferente debía proporcionar en cualquier caso todos los nutrientes adecuados para satisfacer las normas de una buena alimentación.
Las emisiones de carbono se reducen disminuyendo el consumo de carne, no de productos lácteos
Los resultados indicaron que, cuanta más carne de vacuno ingerimos, mayor es el impacto ambiental de nuestra dieta, lo cual no supone sorpresa alguna. Por otra parte, el cambio en la cantidad de productos lácteos consumidos tiene un impacto ambiental mínimo.
El motivo obedece a que los productos lácteos contienen tantos nutrientes que, si se excluyen de la dieta, es necesario tomar mucha más fruta y vegetales (p. ej., espinacas para aportar calcio) a fin de compensar los nutrientes extraídos de los productos lácteos y cubrir así las cantidades diarias recomendadas. Si se suman los efectos ambientales de los nuevos alimentos, el efecto ambiental obtenido es casi el mismo que si se hubieran mantenido los productos lácteos, según observaron los autores.
«El principio sostenible basado en consumir menos productos de origen animal y más vegetales no se traduce automáticamente en una dieta más respetuosa con el ambiente». – van Est L et al, 2017.
El pan y las semillas reducen el impacto ambiental de la dieta
Este modelo reveló dos grupos de alimentos vegetales con un efecto ambiental positivo: el pan, por un lado, y los frutos secos y las semillas, por el otro. Estos alimentos contienen bastantes nutrientes y el impacto ambiental de la dieta se reduce cuanto más los consumimos.
La alimentación sana podría entrar en conflicto con los beneficios ambientales.
A continuación, los autores aplicaron este modelo a 10 menús diarios recomendados para satisfacer las pautas holandesas de alimentación y compararon estos menús con la dieta holandesa habitual.
Si las dietas más sostenibles se basan en comer menos carne y más vegetales, cabría esperar que los menús saludables recomendados tuvieran un menor impacto ambiental que el menú holandés habitual con carne, queso y otros productos lácteos. Sin embargo la mitad de los menús recomendados (incluido el menú «sin carne del día») surtió un impacto ambiental mayor que la dieta holandesa habitual. El menú del día «Viva Holanda» con carne, productos lácteos, frutas y verduras de las granjas holandesas mostró el impacto ambiental más bajo de todos.
Por este motivo, resulta tan difícil dar con una dieta más sostenible, que contenga menos productos animales y más vegetales de los que ingieren la mayoría de las personas de Europa occidental, concluyen los autores. La razón estriba en que, antes de llegar al plato, las frutas exóticas precisan transporte, mientras que los productos locales recorren un trayecto mucho más corto y económico para el ambiente.
«Si se ingiere mucha fruta y verdura exótica, resulta difícil alcanzar una huella sostenible». – van Est L et al, 2017.
Dejar de comer en exceso
¿Qué se puede hacer entonces? La respuesta, para muchos de los que vivimos en la sociedad occidental, es muy sencilla. Las personas que comen demasiado pueden contribuir a salvar el planeta simplemente reduciendo el consumo hasta un valor razonable. Así, los autores calcularon que un hombre que comiera en exceso podría reducir casi a la mitad sus emisiones de carbono si respetara la ingesta calórica recomendada (2600 kcal diarias) a los varones. La ingesta diaria recomendada para las mujeres es de 1900 kcal.
Cambie los hábitos de vida que emiten carbono
Antes de confirmar sus conclusiones, los autores advierten del largo camino que aún queda por recorrer en la investigación de los aspectos científicos de las dietas sostenibles y saludables.
Mientras tanto, conviene recordar que la dieta es un piñón más de la rueda de sostenibilidad y que los hábitos de vida probablemente tengan un impacto ambiental mayor que la comida. Por ejemplo, una persona puede seguir una dieta sostenible durante un año, pero su posible beneficio ambiental se esfumará si a continuación esa persona toma un vuelo de larga distancia en sus vacaciones.
Ocho sencillos pasos para lograr una dieta sostenible
- Limite el impacto ambiental siguiendo estos pasos sugeridos por los autores:
- Si usted tiende a comer demasiado, intente comer menos
- Coma menos carne roja
- Tome alimentos menos procesados, en especial carne procesada
- Beba menos alcohol y bebidas gaseosas
- Limite los refrigerios y dulces
- Coma más pan
- Coma más fruta y verdura local
- Siga tomando productos lácteos
Para más información, consulte el artículo original.