En este contexto inusitado de pandemia y preocupación creciente por la salud, el bienestar o el medio ambiente en todo el mundo, la «Yogurt in Nutrition Initiative» (Iniciativa del yogur en la nutrición) congregó a científicos de todo el mundo en un evento en línea titulado «Comer para proteger nuestra salud y el planeta».
El objetivo general de esta 8.ª cumbre es subrayar la necesidad de transformar nuestro sistema alimentario para garantizarnos, a todos nosotros y al planeta, un futuro sostenible.
«Cómo crear un futuro alimentario sostenible y qué soluciones para alimentar a casi 10.000 millones de personas en 2050», «¿qué nos enseñan los estudios de modelación sobre dietas saludables y sostenibles?» y «¿cómo lograr una alimentación sana y sostenible en la práctica?» fueron algunas de las cuestiones que abordaron en directo Janet Ranganathan (WRI, EE. UU.), Pieter van’t Veer (de la Universidad de Wageningen, Países Bajos) y Jess Haines (de la Universidad de Guelph, Canadá) durante el acto de YINI celebrado el martes 2 de junio en el marco de «Live Nutrition 2020».
Creación de un futuro alimentario sostenible: un menú con soluciones para alimentar a casi 10.000 millones de personas en el 2050
A medida que la población mundial crece, pudiendo alcanzar los 10.000 millones de habitantes en el 2050, la demanda mundial de alimentos se elevará en más del 50 % con respecto al 2010. El aumento de demanda de alimentos de origen animal lo hará en casi el 70 %. Según Janet Ranganathan, alimentar a 10.000 millones de personas de forma sostenible en 2050 nos obligará a resolver tres brechas:
- La brecha alimentaria: entre las calorías de los alimentos cosechados en el 2010 y las requeridas en el 2050.
- La brecha de tierras de cultivo: entre la superficie terrestre agrícola en 2010 y la expansión agrícola prevista para el 2050.
- La brecha de mitigación de GEI: entre las emisiones agrícolas previstas para 2050 y el nivel deseado y necesario para mantener el calentamiento global por debajo de 2 °C (3,6 °F) y prevenir los impactos climáticos menos favorables.
Así pues, se han identificado 22 soluciones que deberían aplicarse de forma simultánea. Janet Ranganathan distingue estas soluciones en cinco grupos:
- Reducir el crecimiento de la demanda de alimentos y otros productos agrícolas.
- Aumentar la producción de alimentos sin expandir las tierras agrícolas.
- Proteger y restaurar los ecosistemas naturales.
- Aumentar la oferta de pescado.
- Reducir las emisiones de GEI de la producción agrícola.
La importancia relativa de cada solución varía de un país a otro.
Dietas saludables y sostenibles: ¿Qué nos enseñan los estudios de modelación?
Tras esta panorámica global descrita por Janet Ranganathan, Pieter van’t Veer recalcó la importancia de centrarse en el impacto de las posibles dietas saludables y sostenibles como revelan los datos de diferentes estudios de modelización.
Según Pieter van’t Veer, para diseñar dietas saludables y sostenibles se ha recurrido en muchas ocasiones a la programación lineal, basada en combinar alimentos que, por una parte, cumplan los requerimientos diarios de nutrientes, y que cumplan con los indicadores ambientales. Estos modelos apenas tienen en cuenta la aceptabilidad por parte de los consumidores. No obstante, uno de los métodos de referencia, DEA (análisis envolvente de datos), permite extraer, con sus pros y sus contras, las «mejores» entre todas las dietas completas y optimizar a continuación dietas «nuevas» con una mínima desviación respecto a las dietas, la calidad nutricional y la sostenibilidad ambiental actuales.
Puso como ejemplo un modelo de alimentación (Optimeal) para generar dietas destinadas a adultos holandeses. Los datos de partida eran el consumo medio actual de alimentos, su composición, los requerimientos de nutrientes y los objetivos de emisión de GEI. Además, se incorporó la aceptabilidad por parte de los consumidores. Según este modelo, una dieta saludable y compatible con el acuerdo de París sobre el cambio climático exigía un cambio de alimentos de origen animal por otros de origen vegetal, una reducción o eliminación del queso y una disminución de entre el 10 % (objetivo para el 2030) y el 60 % (objetivo para el 2050) de los productos lácteos líquidos. Tras aplicar unos criterios muy rigurosos para reducir los GEI (según los objetivos para el 2050), se comprobó que esta dieta no resultaba práctica.
Con idéntica perspectiva se aplicó un modelo basado en la dieta (modelo SHARP) a adultos de cuatro países de la UE (Dinamarca, República Checa, Italia y Francia). Las dietas tomadas como modelo (basadas en menús diarios) tenían una proporción similar de alimentos de origen animal y vegetal, pero una densidad energética menor. Las fuentes de proteínas pasaron de la carne roja y procesada a los huevos, el pescado y los productos lácteos. Dependiendo del país, los productos lácteos líquidos aumentaron en un 105-145 % y el queso varió entre un 77 y un 122 % respecto a la ingesta actual.
Ambos métodos de modelización indican que los productos lácteos pueden formar parte de una dieta saludable y sostenible. Esto se debe a la abundancia de nutrientes y a las menores huellas de GEI que emiten los productos lácteos líquidos en comparación con otros productos animales. Siguiendo objetivos rigurosos de limitación de emisiones de GEI, dependiendo del aporte de nutrientes en un país concreto, se podría reducir el consumo de queso. Comparado con Optimeal, el modelo de referencia SHARP modificó la dieta de forma menos extrema y mejoró algo menos la calidad nutricional y disminuyó las emisiones de GEI.
¿Cómo lograr una alimentación sana y sostenible en la práctica?
Por último, Jess Haines se basó en las recomendaciones « Principios rectores para lograr dietas saludables y sostenibles» de la FAO/OMS para dar una visión general de la política y las estrategias que podrían implementarse para que los consumidores sigan una alimentación saludable y sostenible.
En los países desarrollados, el comportamiento real de los consumidores se aleja mucho de las recomendaciones de la FAO/OMS (con un consumo escaso de frutas y verduras y elevado de azúcar, almidones y cereales, carnes y productos alternativos, así como un desperdicio doméstico considerable de alimentos…).
Por otra parte, los consumidores se muestran cada vez más preocupados por los cambios climáticos y el medio ambiente.
Este contexto ofrece grandes oportunidades para elaborar estrategias dirigidas a los consumidores y para establecer una práctica saludable y más sostenible de alimentación.
Jess Haines presentó, a modo de ejemplo, un programa comunitario: el «Weeknight supper savers» (superahorradores de cenas entre semana), cuyo objetivo es aumentar la ingesta de frutas y verduras y reducir el desperdicio de alimentos en los hogares.
De acuerdo con esta experiencia, los mecanismos esenciales para generar comportamientos sostenibles en los consumidores deben centrarse en iniciativas que toman en cuenta las motivaciones de los consumidores, que contengan mensajes claros y que ofrezcan soluciones para franquear las principales barreras frente al cambio.
Continúe informado… dentro de unos días, publicaremos la presentación detallada de cada experto y, si no pudo asistir al evento, puede revivir todo el simposio en Twitter.