La infancia es el momento ideal para sentar las bases de unos hábitos alimentarios adecuados y saludables que duren toda la vida. De acuerdo con un informe de un grupo de expertos, Nurturing Children’s Healthy Eating, las familias desempeñan una misión esencial en la creación de buenos hábitos alimentarios en los niños. Cada mes, le ofreceremos un resumen, en el que se resalten algunos de los mensajes esenciales extraídos de este informe, con el fin de ayudar a las familias a cultivar hábitos alimentarios más saludables.
Recuerde la última vez que en compañía de sus amigos disfrutó de uno de sus platos favoritos… y entenderá perfectamente cómo el placer influye en qué, por qué y cuánto comemos. De hecho, el placer puede resultar una palanca que estimule a los niños a comer de forma saludable.
El placer mueve a la elección de los alimentos
Para los niños, comer forma parte de una curva de aprendizaje durante la cual deberán aprender qué, cuándo, cómo y cuánto deben comer. Durante este proceso, el placer contribuye a impulsar la elección de los alimentos, sobre todo en los niños, ya que los demás factores determinantes (p. ej., la información nutricional, el precio) influyen bastante menos, ya que las capacidades cognitivas de los pequeños se encuentran menos desarrolladas.
Sin embargo, en un entorno con una difusión tan amplia de la dieta occidental y un exceso de alimentos hiperenergéticos, el placer también puede resultar una amenaza que influya de manera negativa tanto en la elección de los alimentos como en las cantidades consumidas.
«El placer puede constituir una herramienta valiosa para promover una alimentación saludable porque mueve a la elección de los alimentos»
Para conocer en qué circunstancias el placer estimula (en lugar de obstaculizar) una alimentación sana, los investigadores han tratado de comprender los mecanismos subyacentes al placer y el modo exacto en que este mueve a la elección de los alimentos. La elección de los alimentos depende de tres tipos fundamentales de factores:
- Factores directamente relacionados con los alimentos que consumimos
- Factores relacionados con el entorno en el que comemos
- Factores individuales.
Basándose en esta observación, los expertos han identificado tres dimensiones del placer que genera la comida en los niños:
- Placer sensorial
- Placer interpersonal
- Placer cognitivo.
El placer sensorial o cómo el gusto por la comida se relaciona con el sabor, la textura y el aspecto
El placer que experimentamos al comer un alimento determinado depende de su aspecto, textura y sabor, pero también de su capacidad para satisfacer nuestras necesidades energéticas.
Las propiedades sensoriales de los alimentos representan indicadores que nos ayudan a saber si un alimento resulta seguro y adecuado. A través de nuestros sentidos identificamos y recordamos los alimentos; detectamos no solo sus sabores sino también su densidad energética. Los niños asocian de manera inconsciente la densidad energética de un alimento con su sabor y adaptan su aporte energético de la manera correspondiente.
El placer sensorial está determinado en parte por nuestro gusto innato por ciertos aromas (dulce, salado, umami) y se aprende en parte en la vida uterina y durante los primeros años. Los bebés prefieren a menudo el sabor de los alimentos a los que se expusieron antes de nacer y durante la lactancia materna. La experiencia moldea la atracción por otros tipos de alimentos. Así pues, las experiencias alimentarias que los padres o cuidadores brindan a los niños resultarán claves en la generación de los futuros hábitos alimentarios.
En muchos estudios se observa que el gusto por los nuevos alimentos se aprende tras una exposición repetida. No obstante, la magnitud de este efecto dependerá del tipo de alimentos ofrecidos y de cada niño.
El placer interpersonal o la importancia de las relaciones sociales
Comer es una experiencia social. El placer de la comida se relaciona de manera estrechacon el contexto social. Comer juntos, sea con los padres, con otros familiares o con los compañeros, fomenta relaciones sociales cruciales para el desarrollo de los hábitos alimentarios en la infancia.
En las comidas familiares, los niños pequeños aprenden, a través de la observación y de la imitación de otras personas, cuáles son los alimentos preferidos en su cultura. La comida en compañía no solo influye en la elección de los alimentos de los niños, sino también en la aceptación de nuevos alimentos. Este modelo social es un proceso que comienza pronto, en el primer año de vida, y continúa a lo largo de la infancia.
Los estudios también han revelado que hablar sobre los alimentos que se ingieren puede ayudar a que los niños disfruten de la comida. Esta puede representar una manera valiosa de fomentar una alimentación saludable.
El placer cognitivo o cómo el pensamiento influye en el placer de la comida
«No basta con que un alimento sea apetitoso, también debe entrar por los ojos.» Esta observación de Claude Levi-Strauss señala la influencia que los pensamientos y las ideas también ejerce en la elección de los alimentos. Comer se asocia a una serie de pensamientos, imágenes e ideas.
Las cualidades cognitivas de un alimento se pueden describir así:
- Búsqueda de cualidades (antes de la adquisición)
- Cualidad de la experiencia (verificada tras la adquisición)
- Cualidades de credibilidad (cualidades indirectamente relacionadas con el producto como la marca, el marketing…)
Las estrategias de marketing como la marca, el envase y la publicidad suelen otorgar crédito a un producto alimentario y crean expectativas positivas. Por eso, las estrategias de marketing pueden actuar como una palanca del placer que supone la ingestión de alimentos saludables en niños de todas las edades.
No obstante, conviene recordar que la forma en que un niño entiende y responde a la publicidad varía con la edad y sus características individuales. Los niños se dan cuenta de lo que representa una marca a una edad de entre 3 y 5 años. Hasta que cumplen 7 u 8 años, tienden a percibir la publicidad como una actividad informativa o de entretenimiento y por eso son tan vulnerables a las estrategias que modifican actitudes. A partir de los 8 años, los niños empiezan a contemplar la publicidad de una manera más analítica.
La publicidad en pantalla, basada sobre todo en declaraciones emocionales (inclusión de personajes de dibujos animados, sabor de la comida o sugerencia de que ese es un alimento divertido), resulta muy persuasiva, incluso para los niños mayores.
Todo esto lleva a pensar que se pueden aplicar estrategias de marketing para influir en el placer de la ingestión de alimentos saludables a cualquier edad.