No. Una alergia es una hipersensibilidad del sistema inmunitario hacia ciertos elementos del entorno, que afecta poco o nada a la mayoría de la gente. Las alergias alimentarias más comunes son a los cacahuetes, la leche de vaca, los huevos, los frutos secos, el pescado, los mariscos, la soja y el trigo. En la alergia a la leche de vaca, el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada a una o varias proteínas que hay en la leche de vaca, como proteínas séricas y caseínas. Sus síntomas son urticaria, hinchazón, náuseas y sibilancia, y pueden aparecer una hora e incluso hasta 72 horas después de beber leche de vaca.
La intolerancia a la lactosa está relacionada con la lactosa, que no es una proteína sino un tipo de azúcar de origen natural que hay en la leche y los lácteos. La incapacidad de digerir la lactosa causa la hinchazón, la diarrea o los gases. La lactosa no es una proteína de la leche, sino un azúcar y no se ve afectada por el sistema inmunitario.
Las personas con alergia a la leche de vaca deben evitar el consumo de leche y lácteos, pero las personas con intolerancia a la lactosa no deben dejar de tomar estos productos. Por el contrario, pueden consumirlos, sin que aparezcan los síntomas, en cantidades más pequeñas: hasta 12 g en una ingesta o hasta 24 g, preferiblemente en pequeñas cantidades a lo largo del día, durante la comida o al final de esta (no al principio). También se recomienda a las personas con intolerancia a la lactosa que tomen otros tipos de lácteos, como el yogur —que favorece la digestión de la lactosa— y ciertos quesos, como los quesos curados sin lactosa o muy bajos en lactosa.