En muchas guías alimentarias, los productos lácteos se consideran como un grupo de alimentos independiente, sobre todo debido a la gran cantidad de calcio que aportan a nuestra alimentación [1]. Sin embargo, como se prevé que los parámetros medioambientales y la demanda de leche y productos lácteos incremente hacia el 2050 debido al crecimiento de la población, para ser sostenibles, los lácteos deberían respetar una serie de aspectos en su producción, distribución y consumo para que se les considere productos sostenibles.
Un poco de contexto
Según el Codex Alimentarius de la FAO, un producto lácteo es un «producto obtenido mediante cualquier elaboración a partir de la leche, que puede contener aditivos alimentarios y otros ingredientes funcionalmente necesarios para su elaboración» [2]. La categoría de productos lácteos comprende cientos de alimentos que van desde la leche al yogur, pasando por una interminable lista de tipos de queso [3].
Los alimentos sostenibles son resultado de sistemas de producción alimentaria sostenibles y forman parte de dietas saludables y sostenibles. Estas se definen en función de cuatro parámetros [4]. Para que un producto lácteo se considere sostenible, éste debe cumplir los siguientes criterios:
- que sea seguro y con alta concentración de nutrientes;
- que sea culturalmente aceptable;
- que sea accesible, asequible y equitativo;
- tener poco impacto en el medio ambiente, preservar la biodiversidad y los recursos naturales, y, a ser posible, que sus sistemas de producción y consumo sean locales [5].
Los lácteos son alimentos con alta concentración de nutrientes y son beneficiosos para la salud
Se sabe que los productos lácteos contienen muchos nutrientes que potencian la salud, proteínas de alta calidad y calcio.
En su composición encontramos vitaminas esenciales (A, B2, B3, B5, B12…) y minerales (fósforo, calcio, zinc…), de manera que estos productos contribuyen a la ingesta de nutrientes básicos. Algunos lácteos también proporcionan nutrientes que últimamente han suscitado mucho interés, como la lactoferrina, los probióticos o la membrana del glóbulo graso de la leche [1].
Los lácteos fermentados, como el yogur o el kéfir, ofrecen beneficios para la salud al margen de los nutrientes esenciales que contienen. Son portadores efectivos de probióticos y se considera que protegen diversos aspectos relacionados con la salud intestinal y la función inmunitaria en general [6-9].
Además, gracias a su alto contenido hídrico e iónico, la leche y sus productos derivados pueden ser una buena fuente de hidratación. En países donde los problemas de saneamiento limitan el acceso un agua segura para el consumo humano, el consumo de lácteos puede ser fundamental para garantizar una buena salud [1].
En conjunto, todas estas propiedades nutricionales convierten a los productos lácteos en un valor seguro en cualquier parte del mundo.
Los lácteos son de fácil acceso y un elemento esencial en muchas culturas
Los productos lácteos son alimentos básicos en muchas culturas. El hecho de que la leche y los lácteos sean asequibles permite que se les de diversos usos y que se incorporen a diferentes patrones y tradiciones alimentarias en distintos países [10].
Según la FAO, el desarrollo del sector lechero es «un instrumento sostenible, equitativo y poderoso para lograr el crecimiento económico, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza» [11]. De hecho, el sector lechero no solo proporciona alimentos nutritivos, también [11]:
- es una fuente regular de ingresos para los criadores, porque se produce leche a diario;
- genera empleo dentro del sector de la ganadería y fuera de ella;
- crea oportunidades para las mujeres en países de renta media y baja. En las comunidades rurales, las mujeres suelen participar en la producción lechera, sobre todo en el ordeño y la alimentación de los animales. Pueden intervenir en cualquier eslabón de la cadena de producción: recogida, elaboración y comercialización. El dinero obtenido, puede ser utilizado en los hogares para comprar artículos de primera necesidad (ropa y comida), para cubrir la atención sanitaria básica y la educación infantil.
El impacto medioambiental de los productos lácteos podría mejorar
Dada su gran demanda en todo el mundo y considerando que su producción está naturalmente vinculada a la cría de ganado (sean vacas, cabras u ovejas), la industria lechera genera un porcentaje importante de las emisiones de gases de efecto invernadero del conjunto del sistema alimentario [3]. El sector lechero mundial genera el 4 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero [12].
Sin embargo, existen diferencias entre las emisiones de gases de efecto invernadero de producción agrícola. Si se compara con el ganado para la industria cárnica (sobre todo con la ternera), que se considera el sector agrícola que genera más gases de efecto invernadero [4, 18], la huella de carbono de los productos lácteos es menor. Y, dentro de la categoría de los lácteos, el yogur genera una huella de carbono menor que el queso [19].
Un estudio dirigido por la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth [13] asegura que una dieta sana y equilibrada podría incluir productos lácteos (como la leche y el yogur) para alcanzar niveles más bajos de GEI en comparación con otras opciones menos saludables.
Aun así, la leche y la industria lechera siguen ocupando uno de los primeros puestos en la agenda 2030 cuando se plantean cambios hacia sistemas alimentarios más sostenibles para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible [10].
El yogur: ¿ejemplo de lácteo sostenible?
El consumo diario de yogures se considera una forma efectiva de satisfacer nuestros requisitos nutricionales, manteniendo al mismo tiempo una ingesta equilibrada de calorías [14, 15]. El yogur tiene una fórmula nutricional baja en calorías, pero aporta muchos nutrientes positivos, como las proteínas, el calcio, zinc, potasio, vitaminas (vitamina B) y fermentos vivos [15, 16, 17].
Como parte de una dieta equilibrada, el yogur es uno de los productos más comunes y accesibles. Es fácil de encontrar en comercios pequeños, medianos y grandes, y los productos lácteos fermentados, igual que el yogur, ya forman parte de varias dietas tradicionales de distintas partes del mundo, como en el caso del yogur griego, el skyr islandés y el labneh en Oriente Medio, entre otros. Al fin y al cabo, el yogur es una de las fuentes de calcio menos caras y una fuente de proteínas de alta calidad muy asequible [12].
Para más información:
- La matriz de los lácteos: sus beneficios no residen solo en sus nutrientes
- El yogur: un alimento con alta concentración de nutrientes dentro del grupo de los lácteos
- Los expertos piden guías dietéticas que reflejen cómo los lácteos protegen nuestra salud y el planeta
- ¿Qué es una alimentación sostenible?