04 Sep 2023
8 min de lectura
Preguntas y respuestas Beneficios medioambientales Dietas saludables

¿Qué beneficios aporta la dieta mediterránea?

dieta mediterránea
Related posts
Ver más
Nuestras herramientas
Tabla de contenidos
Tabla de contenidos

La dieta mediterránea (DM) se conoce en todo el mundo por sus beneficios y en 2010 fue añadida a la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Además de destacar por sus propiedades y su riqueza nutricional, «engloba un conjunto de habilidades, conocimientos, prácticas y tradiciones que van desde el entorno hasta la mesa, incluyendo cultivo, cosecha, pesca, conservación, procesamiento, preparación y, ennparticular, el consumo de alimentos» [1].

Una dieta histórica con apego al territorio, basada en alimentos locales y culturales

La DM tiene una notoria dimensión histórica y regional. Se originó en la zona mediterránea, que fue durante muchos siglos una zona de paso para diversas civilizaciones: la griega, la romana, la cretense, la italiana…

Tradicionalmente, se caracterizaba por el alto consumo de verduras frescas y locales: legumbres, frutas, frutos secos y cereales sin refinar; el consumo moderadamente alto de pescado fresco; el bajo consumo de lácteos, carne roja y carne de ave, y el consumo moderado de alcohol, fundamentalmente vino con las comidas si la religión en cuestión lo aceptaba.

En un primer momento, se tomó en consideración la DM porque se conocía su eficacia para prevenir las enfermedades coronarias reduciendo los niveles totales de colesterol plasmático [3-6].

Un patrón alimentario saludable, variado y nutritivo con diversos beneficios para la salud

Se han llevado a cabo muchos estudios para entender los efectos de la dieta mediterránea sobre la salud. En 2017, se demostró en un meta-análisis [7] que la DM reducía el riesgo de incidencia de enfermedades cardiovasculares en un 45 % en comparación con la dieta occidental.

A día de hoy, los beneficios de este tipo de dieta para prevenir diversos problemas relacionados con la nutrición (obesidad, diabetes de tipo 2 [8]) son incuestionables, y también se reconoce que genera un efecto positivo en la prevención del cáncer [8-11], de  las enfermedades neurodegenerativas [8] y  potencia la longevidad [12, 13].

«Seguir la DM se ha asociado a una disminución significativa de la mortalidad total, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares (ECV) y la mortalidad por cáncer, y también con la reducción del potencial riesgo de cáncer». – Hachem et al, 2020

En resumen, como la DM incluye niveles bajos de grasas saturadas y proteína animal y niveles elevados de antioxidantes y fibra, se ha demostrado que esta dieta se asocia a varios efectos positivos para la salud, en términos de prevención tanto de enfermedades como de diversas formas de malnutrición.

Actualmente, el interés por la DM se debe a algo más que la nutrición y la cultura. La dieta mediterránea podría ser ineludible en la transición hacia dietas más saludables y sostenibles y hacia hábitos alimentarios más respetuosos con el medio ambiente. En diversos estudios se apunta que las dietas locales diversificadas (DLD) o las dietas planeterráneas (incluida la DM) podrían hacer posibles esos cambios acordes al desafío al que nos enfrentamos [14].

La dieta mediterránea es una dieta local diversificada

Las dietas locales diversificadas (DLD) son dietas específicas a cada región que incluyen fundamentalmente alimentos de temporada y de origen local y siguen un patrón flexitariano. Los principios flexitarianos combinan grandes cantidades de alimentos de origen vegetal, poca carne roja y cantidades moderadas de carne de ave, pescado, huevos y lácteos [15].

Las DLD se consideran dietas saludables y sostenibles en función de cuatro parámetros [16]:

  • incluir alimentos seguros y muy nutritivos en un patrón alimentario variado y saludable;
  • ser culturalmente aceptables;
  • ser accesibles, asequibles y equitativas;
  • tener bajo impacto medioambiental y preservar la biodiversidad y los recursos naturales.

En un reciente artículo de revisión [15], se apunta que las DLD, como la dieta mediterránea o la nueva dieta nórdica, satisfacen las necesidades energéticas y nutricionales sin necesidad de complementos alimenticios ni de asesoramiento profesional.

«Tras revisar los criterios de las dietas saludables y sostenibles, demostramos que las dietas flexitarianas y las dietas locales diversificadas pueden ofrecer un equilibrio óptimo entre la salud humana y la salud del planeta sin requerir la asistencia de profesionales de la salud». – Moreno et al., 2021

Los retos medioambientales de las dietas territoriales diversificadas

Si hablamos de sostenibilidad medioambiental, las DLD, y más concretamente la DM, son muy importantes, porque tienen un profundo arraigo cultural y económico en los hábitos de la población de toda la zona mediterránea, son fáciles de seguir y son accesibles. Al consumir alimentos criados y cultivados localmente, los adeptos a la DM revaloran los circuitos cortos, evitando así las exportaciones y el transporte de alimentos considerado contaminante, al mismo tiempo que promueven la economía local.

A modo de comparación, la dieta norteamericana habitual genera una huella ecológica diaria de 5,4 kg de CO2 liberados a la atmósfera por persona, mientras que la DM emite diariamente una media de 2,2 kg de CO2 por persona [17].

Por lo tanto, si se adoptase a escala local, el patrón alimentario mediterráneo permitiría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de la tierra y de la energía y el consumo de agua dulce. Según un estudio realizado en España, seguir la DM reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero un 72 % [18].

Sin embargo, es importante señalar que este tipo de dieta solo es apropiada en la cuenca mediterránea, donde realmente aprovecha los recursos locales para conseguir una dieta adaptada a la población de la zona, sin excesiva importación de productos y con un consumo local aceptable.

Cuando este modelo se adapta a otro territorio en estudio, hay que hacer cambios ajustados a los recursos, a los factores socioeconómicos y a las poblaciones de la zona en cuestión. Por ejemplo, la nueva dieta nórdica es un reflejo de la DM en los países nórdicos. Así pues, es importante profundizar en la investigación y el alcance del estudio de nuevas dietas locales para poder hacer esa transición hacia dietas saludables y sostenibles.

Para más información:


Referencias:
[1] UNESCO. Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 9.ª sesión. Publicación en línea en línea en 2014
[2] Trichopoulou, A., Corella, D., Martínez-González, M.A., Soriguer, F., & Ordovás, J.M. (2006). The Mediterranean Diet and Cardiovascular Epidemiology. Nutrition Reviews, 64, 13-19..
[3] Martinez-Gonzalez Ma, Sanchez-Villegas A. The emerging role of Mediterranean diets in cardiovascular epidemiology: monounsaturated fats, olive oil, red wine or the whole pattern? Eur J Epidemiol. 2004;19(1):9 –13
[4] Sacks FM, Willett W. Chewing the fat: how much and what kind? N Engl J Med. 1991;324:121–123. 4.
[5] Willett WC. Diet and health: what should we eat? Science. 1994;264:532–537. 5.
[6] Willett WC, Sacks F, Trichopoulou A, et al. Mediterranean diet pyramid: a cultural model for healthy eating. Am J Clin Nutr. 1995;61(suppl):1402s–1406s.
[7] Grosso G, Marventano S, Yang J, et al. A comprehensive meta-analysis on evidence of Mediterranean diet and cardiovascular disease: are individual components equal? Crit Rev Food Sci Nutr. 2017;57(15):3218-3232.
[8] Lăcătuşu, CM, Grigorescu, ED, Floria, M, Onofriescu, A, Mihai, BM. The Mediterranean diet: from an environment-driven food culture to an emerging medical prescription. Int J Environ Res Public Health. 2019;16(6):942.
[9] Giacosa, Attilio et al. “Cancer prevention in Europe: the Mediterranean diet as a protective choice.” European journal of cancer prevention : the official journal of the European Cancer Prevention Organisation (ECP) vol. 22,1 (2013): 90-5.
[10] Tavani A, La Vecchia C. Fruit and vegetable consumption and cancer risk in a Mediterranean population. Am J Clin Nutr. 1995;61:1374s–1377s.
[11] Trichopoulou A, Lagiou P, Kuper H, Trichopoulos D. Cancer and Mediterranean dietary traditions. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2000;9:869 – 873
[12] Trichopoulou A, Kouris-Blazos A, Wahlqvist Ml, et al. Diet and overall survival in elderly people. BMJ. 1995;311:1457–1460.
[13] Trichopoulou A, Costacou T, Bamia C, Trichopoulos D. Adherence to a Mediterranean diet and survival in a Greek population. N Engl J Med. 2003;348: 2599 –2608.
[14] Hachem, F., Vanham, D., & Moreno, L. A. (2020). Territorial and Sustainable Healthy Diets. Food and Nutrition Bulletin41(2_suppl), 87S-103S.
[15] Luis A Moreno, Rosan Meyer, Sharon M Donovan, Olivier Goulet, Jess Haines, Frans J Kok, Pieter van’t Veer, Perspective: Striking a Balance between Planetary and Human Health—Is There a Path Forward?, Advances in Nutrition, 2021; nmab139
[16] Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura; Organización Mundial de la Salud (2019). Dietas saludables sostenibles – Principios rectores.
[17] LACIRIGNOLA, Cosimo et CAPONE, Roberto. Mediterranean diet: territorial identity and food safety. New Medit: Mediterranean Journal of Economics, Agriculture and Environment= Revue Méditerranéenne dʹEconomie Agriculture et Environment, 2009, vol. 8, no 4, p. 2.
[18] Sáez-Almendros, S., Obrador, B., Bach-Faig, A. et al. Environmental footprints of Mediterranean versus Western dietary patterns: beyond the health benefits of the Mediterranean diet. Environ Health 12, 118 (2013).